LA OBSERVACION
DE SI
Por: Maurice
Nicoll
Hablaremos otra
vez acerca de la observación de si.
Es una de las
prácticas centrales del trabajo.
A no ser que se
practique la auto-observación, el trabajo no sirve de nada a una persona.
Se puede tener
diagramas de distintos colores y todo lo demás, pero a menos que una persona se
observe a si misma todo es inútil.
Ahora bien,
todos ustedes han oído hablar de la observación de si.
Si, es muy
cierto, pero está meramente en la memoria externa —es decir, en el centro
formatorio—.
Se puede
escuchar el trabajo muchas veces y pensar que no es nada sino la constante
repetición de las mismas cosas.
Para el centro
formatorio y su memoria esto es muy cierto.
Es decir, la
misma cosa una y otra vez.
Si una persona
es superficial cree comprender el trabajo simplemente porque recuerda, por
ejemplo, que la auto-observación es necesaria y es, de hecho, el punto de
partida de la enseñanza del cuarto camino.
Pero, ¿empezó
dicha persona a practicar la auto-observación en lo que respecta a sí misma?
Si no lo ha
hecho, nunca comprenderá por que el trabajo se inicia con la auto observación.
Nuestra memoria
externa —es decir, la memoria perteneciente a la parte puramente formatoria del
centro intelectual— no producirá cambio alguno en nosotros.
Solo cuando una
persona aplica el conocimiento del trabajo a si misma este puede cambiarla.
Ante todo tiene
que recibir el trabajo en su memoria externa, pero si lo deja estar allí nada
sucederá.
El trabajo ha
de volverse emocional.
Tiene que
afectar la parte emocional, de otro modo, como dije, permanece simplemente en
la parte formatoria —pero debe comenzar en la parte formatoria.
Esto significa
que es preciso conocer el trabajo en la memoria externa o parte formatoria de
uno mismo, pero la comprensión depende al menos del trabajo de dos centros.
La parte
formatoria es meramente un grabador de lo que hemos oído.
Tiene la
enseñanza del trabajo.
Pero esta
enseñanza del trabajo sobre un pizarrón puede compararse al agua.
Nuestra tarea
finca en convertir el agua en vino.
Ahora bien, si
se practica en realidad la auto-observación, se empieza a convertir el agua en
vino.
Pero a fin de
hacerlo hemos de entender que el conocimiento formatorio del trabajo no es
suficiente.
Todas las ideas
del trabajo pueden llegar a ser vivientes —si se las practica, si se las aplica
a uno mismo—.
Como de
costumbre, les haré la misma pregunta: ¿se han observado hoy a si mismos?
Es preciso
comprender que el hombre mecánico no se observa a si mismo y puede haber un
hombre mecánico que hasta conoce formatoriamente el trabajo y se considera un
profesor en la materia y sin embargo nunca ha practicado una sola jota de el.
En realidad,
nunca pensó en observarse a si mismo —esto es, nunca se le ocurrió que las
ideas que había recibido en su parte formatoria tenían que aplicarse en la
práctica a si mismo—.
En suma, nunca
se le ocurrió observarse a si mismo.
Por ejemplo,
tomemos una persona imaginaria que está llena de envidia.
Desde luego,
como es un hombre mecánico negará que alguna vez tuvo envidia, aunque otras
personas se hayan dado cuenta de ello.
Supongamos que
la gente diga a esa persona hipotética que es muy envidiosa, ¿cuál será el
resultado?
Simplemente un,
momento de ira y una negativa.
Por eso el
trabajo dice que sólo dándose cuenta de estas cosas por medio de la
auto-observación el hombre puede cambiar.
Tiene que ver
por si mismo que es envidioso.
Pero si observa
que es envidioso, ¿no ven lo que le va a suceder?
Se ha percibido
por si mismo, empezado a ver por sí
mismo sin compulsión alguna que está lleno de envidia y que toda su vida
ha sido gobernada por esta desagradable y limitadora emoción negativa.
Pero no hay
fuerza en la tierra proveniente de fuera que le haga entender que este es el
principal obstáculo a su desarrollo interior.
Ahora bien, el
trabajo dice que la auto observación deja penetrar un rayo de luz en las
tinieblas interiores.
¿Qué son esas
tinieblas interiores?
Todo cuanto
presuponemos ser, todos nuestros retratos de nosotros mismos, todos los papeles
que hemos representado automáticamente en la vida, toda la auto-justificación
que nos impide vernos como somos realmente —estas son nuestras tinieblas
interiores, la persona que no vemos ni sospechamos ser—.
Recuerde que
usted no es lo que imagina ser.
Lo que imagina
ser en el trabajo se llama el "yo" imaginario.
Recuerde que
toda la enseñanza esotérica dice que no nos conocemos a nosotros mismos.
El trabajo dice
que en lugar del conocimiento de si tenemos el "yo" imaginario —es
decir, lo que imaginamos acerca de nosotros mismos y que en realidad no
corresponde a lo que somos ni a nuestra manera de comportarnos—.
Ahora bien,
¿qué es ese rayo de luz que penetra en nuestras tinieblas interiores a través
de la práctica de auto-observación?
Este rayo de
luz es la conciencia.
Si un hombre
envidioso llega a ser consciente a través de la auto-observación de que es
envidioso, se produjo un acrecentamiento de su conciencia, pero si se presupone
y se justifica a si mismo, su consciencia permanece a un nivel mecánico que en
la practica significa que sigue durmiendo para consigo mismo.
El objeto de la
auto-observación es el conocimiento de conciencia, porque si es emocional el
hombre llega a ser consciente del hecho que es envidioso y su posición es
infinitamente mejor de lo que era antes.
¿Por qué?
Porque su
conciencia se ha acrecentado.
Ha llegado a
ser consciente de si mismo como envidioso.
Y esto
significa al punto que puede empezar a trabajar sobre su envidia y percibirla
actuar mientras que antes era inconsciente de ese factor en si mismo.
El trabajo dice
que sin auto-observación un hombre no puede moverse de donde está.
Toda persona
está situada en cierto nivel y para moverse de un nivel a otro un hombre debe
llegar a ser más consciente de si por medio de la auto-observación.
Claro está, un
hombre de reducido ser no puede observarse a si mismo porque no es capaz de
soportarlo.
Pero el buen
amo de casa que tiene un centro magnético será capaz de hacerlo.
Los vagabundos,
los lunáticos, la gente satisfecha de si, auto complaciente, las gentes que no
tienen sentido de algo más grande que ellas mismas, no serán capaces de
observarse a si mismas.
La posesión de
un centro magnético significa que un hombre, una mujer, que son buenos amos de
casa, se dan cuenta aún antes de haber conocido el trabajo que hay algo más
grande que ellos mismos.
Pero un hombre
mezquino, envidioso, no será capaz de admitir que hay algo más grande que sus
auto-emociones, su autocomplacencia, su egoísmo.
Ahora bien, un
hombre que empieza a observar algo en si mismo comienza a separarse de ello.
Dar por
supuesto que se es perfectamente justo significa que se está completamente
identificado con uno mismo.
Desde luego,
tal persona no es egoísta, no se sale siempre con la suya, etc.
Pero una vez
que empieza a observarse a si misma correctamente, llega a dividirse en dos.
El yo
observante la observa y se siente diferente de ella.
Este es el
punto de partida de este trabajo.
Por ejemplo, yo
puedo observarme a mi mismo siendo envidioso sin saberlo.
Me tomo a mi
mismo envidiando como yo mismo sin
darme cuenta por un instante que era envidia.
Pero ahora
puedo verme a mi mismo envidiando como algo distinto de mi Yo Observante —en
suma, he establecido algo en mi mismo que no es mi si ordinario—.
En este caso,
puedo dejar lugar a otras personas en el sentido que al ver y conocer mi propia
envidia, no las critico como haría si sólo las hallara culpables de ser
envidiosas y las juzgase sin ver mi propia envidia.
Ahora bien,
cuando usted llega a observarse a si mismo hasta cierto punto, atrae la
influencia del trabajo, que tiene mucho poder para cambiarlo.
Este poder del trabajo
empieza a actuar sobre el yo observante —si ha reparado en el diagrama— no en
Nicoll en mi caso, sino en el yo observante.
Es preciso
comprender, al hablar a personas que en la vida nunca se han observado a si
mismas, uno se enfrentara con ciertas dificultades al cabo de un tiempo porque
no entienden de qué se les habla.
En suma, dan
por sentado lo que creen ser y justifican todo cuanto hacen, sin observarse
nunca a si mismas.
Están llenas de
críticas por el comportamiento de los demás, como en la vida lo son todas las
gentes.
Esta es una de
las dificultades que todos debemos enfrentar en el trabajo.
Ahora bien,
cuanto más se observa uno a si mismo, menos se halla culpable al prójimo.
Y esto es el
principio de "ama a tu prójimo como a ti mismo" — no en un sentido
sentimental, sino de un modo cierto.
Maurice Nicoll
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