UNA OBSERVACION DE SI
MÁS PROFUNDA
Por: Maurice Nicoll
Hemos hablado recientemente acerca de tomar la vida como
un fin en si y acerca de la muy diferente idea de trabajo que nos enseña a
tomar la vida como un medio conducente a una diferente clase de fin.
Hemos dicho cómo el
trabajo ha llegado gradualmente a interponerse entre nosotros y la vida de tal
modo que en cierto momento somos capaces de ver las dificultades que nos
presenta la vida a través de las ideas del trabajo.
Esto cambia en seguida
nuestras relaciones con los aconteceres exteriores, con los problemas
exteriores, con las dificultades exteriores.
Como hemos dicho, esto
exige mucho tiempo porque, tal como somos, estamos completamente identificados
con el mundo exterior, con la gente, con las cosas, con los sucesos, con las
situaciones.
En este sentido somos
máquinas conducidas por la vida.
Por mucho tiempo nos es
imposible ver cómo el trabajo se aplica a nuestra situación en la vida.
No tenemos ningún medio,
no tenemos ningún espejo mágico o lente mágica a través del cual podamos mirar.
Estamos, por así
decirlo, desnudos en la vida, desnudos ante la vida.
No tenemos zapatos
apropiados que llevar, ni tampoco vestidos apropiados.
Se ha dicho a menudo que
el cambio que tiene lugar en alguna situación característica de vida puede ser
extraordinario si se lleva al trabajo hasta el punto de interponerlo ante las
impresiones entrantes.
Significa que las
impresiones en lugar de caer directamente sobre nosotros pasan a través del
medio del trabajo.
Cuando estamos
despiertos —esto es, cuando estamos rodeados por la fortaleza del trabajo y
somos conscientes de lo que enseña— entonces las impresiones de vida son
transformadas.
Tienen otro significado.
Ya no es la situación
externa acerca de la cual pensamos y contra la que reaccionamos, sino que
reaccionamos a las ideas del trabajo.
La vida no cae
directamente sobre nosotros, sino que pasa a través del medio del trabajo, y
entonces la vida se convierte en nuestra maestra por medio del trabajo.
Cuando estamos en
contacto demasiado estrecho con la gente vemos cabalmente que no transforman
nada y asimismo que toman la vida como un fin en si que ha de llevarlos a algún
lugar en el futuro del tiempo que pasa.
Creen realmente que esto
ha de conducirlos a algún lugar.
Tales personas no
observan sus estados interiores, ni tampoco ven que la cosa más importante es
un cambio del estado interior.
El objeto que se propone
el trabajo es cambiar nuestros estados interiores de modo que no reaccionemos
mecánicamente a los eventos.
Esto requiere un
traslado del punto de conciencia y empieza por medio de la observación de si.
Al realizar esto nos
damos cuenta confusamente que la vida no es un problema sino nosotros mismos.
Entonces ya no se espera
más que en un futuro distante todo será mucho mejor; ya nadie se apoya más en
el tiempo en una espera vana; se llega a percibir que mientras nos gobiernan
esas diferentes reacciones mecánicas, esas diferentes manifestaciones del rasgo
principal, esas intolerancias, esas rígidas e indiscutidas actitudes, esas
formas de agravio, esos sistemas de hacer cuentas interiores, esos
acostumbrados estados negativos, esas aceptadas formas de imaginación, no
podemos esperar que el futuro nos depare un mejor estado.
Al darse cuenta de ello,
se empieza a ver lo que quiere decir no tomar la vida como un fin en si, sino
tomarla como un medio para una clase muy diferente de fin que tiene que ver con
el propio nivel de ser y todos los estados que derivan de el.
¿No han pensado alguna
vez que en este cuarto camino del trabajo se pueden encontrar deliberadamente
en alguna posición externa en que les será muy difícil atravesarla sin llegar a
identificarse sin esperanza alguna?
Por cierto esto no
sería, posible si pudieran llevar al trabajo al punto de las impresiones
entrantes y encarar conscientemente la situación por medio de lo que han
comprendido de las ideas de trabajo.
Esta noche voy a
hablarles otra vez de la observación de si, porque si no se tiene un conocimiento
práctico y experimentado de lo que significa la observación de si, nadie puede
hacer este trabajo.
Podemos hacerlo hasta
cierto punto si lo sentimos y lo conocemos, y haciendo este trabajo podemos ser
capaces indirectamente de hacer en la vida, pero sólo indirectamente.
Recuerden que si nos
cambiamos a nosotros mismos aunque sea escasamente, dejamos sitio para que
otros cambien aun cuando nuestro cambio sea temporario.
Si en algún momento se
recuerda a si mismo hasta cierto punto y de este modo trae el trabajo entre
usted y la vida, hará el trabajo con arreglo a su nivel de ser.
Esto producirá
resultados para las otras gentes.
Sólo es posible este
hacer indirecto, pero es preciso que haga el trabajo porque usted mismo ve su
necesidad, porque siente su necesidad —nunca debe hacer el trabajo para ayudar
a otras personas.
Ahora llegamos al
importante e inagotable tema de la observación de sí.
El objeto de la
observación de si es ir tras de si mismo, llegar a ser más interno para si
mismo.
La parte externa de uno,
la mecánica o automática, es el lado inferior de uno en la escala.
Cuando una persona se
identifica demasiado con las cosas exteriores, está en la parte más baja de si
misma —por así decirlo, en el subsuelo de la casa de si misma—.
Lo inferior corresponde
a lo más externo.
Las partes motoras de los
centros están en la parte más baja y mas externa de nosotros mismos, y allí
vive gran cantidad de pequeños "Yoes", que sólo comprenden en una
forma muy limitada.
Cuando vivimos en esos
"Yoes" estamos profundamente dormidos en relación con el trabajo.
Estamos llenos de las
preocupaciones y ansiedades de la vida.
Algunas personas siempre
viven delante de si mismas, en realidad fuera de si mismas, y no pueden entrar
en si mismas debido al hipnotismo ejercido sobre ellas por los pequeños
"Yoes", volcados hacia el exterior.
Si esto se prolonga
demasiado, a veces suele producirse una especie de histerismo.
Ahora bien, cada acto de
atención, de concentración de la mente, tiende a situarnos en una posición más
interna con respecto a nosotros mismos.
Este es uno de los
aspectos del significado de la observación de si.
La observación de si nos
pone detrás de nosotros mismos.
Empero, el
"yo" observante está a veces situado muy externamente y, por así
decirlo, suele ser uno de los "Yoes" externos y carece de
profundidad.
Entonces la observación
carece de fuerza y no puede penetrar interiormente.
Cuando la observación de
si empieza realmente, el "yo" observante pasa gradualmente al interior
y de resultas de la gradual penetración interior del "Yo" Observante
éste puede ver cada vez más porque logra ponerse cada vez mas detrás de
nosotros mismos.
Ahora bien, sólo lo
superior puede observar lo inferior: lo inferior no puede observar lo superior.
O, para decirlo de otra
manera, lo interior solo puede observar lo exterior: lo exterior nunca puede
observar lo interior.
A medida que nuestra
conciencia se hace más profunda a través del "yo" observante podemos
ver cada vez más lo que está fuera o es externo al "yo" observante.
El "yo"
observante no puede penetrar de este modo más internamente a menos de ser
ayudado por el sentimiento emocional —esto es, si no creemos que vale la pena
no podemos observarnos realmente a nosotros mismos excepto muy
superficialmente—.
Captar una vislumbre de
si mismo, suele hacer más profunda la valoración emocional del trabajo sobre
si.
Una persona alcanza, por
ejemplo, determinada imagen de si misma cuando se convence de que siempre dice
la verdad.
Tal súbita vislumbre
significa que se ha observado uno a si mismo temporariamente desde un nivel más
profundo —que se ha situado ligeramente detrás de si—.
Lo que sucede después
depende de la calidad de la propia sinceridad para consigo mismo y de la
valoración que se presta al trabajo.
En la práctica existe
siempre la tendencia a justificarse a si mismo.
En este caso, al haber
captado una vislumbre más profunda de si mismo se corre el riesgo de perderla
en el tumulto de la auto justificación.
Nos dicen que es preciso
observar la auto-justificación y no acompañarla.
Por cierto, no será
capaz de detener la auto justificación mecánica, al tener una vislumbre de si,
pero esto no quiere decir que está de acuerdo con la auto justificación.
Toda auto-justificación
no lleva a ningún resultado en el sentido del trabajo.
El que se justifique a
si mismo significa que hace que las cosas sean correctas para si mismo.
Si no cede a la
auto-justificación —o, digamos, si tan sólo cede a medias—, deja, un punto en
usted que puede crecer y llevarlo a otra vislumbre de si mismo.
Esto se asemeja a
atravesar una costra a la que se toma como si fuera uno mismo.
Pera si se justifica a
si mismo éste posible punto de crecimiento se detiene en seguida y se malogra.
Recuerde, cuanto más se
justifique a si mismo, mayor es la certeza de que se está mintiendo a si mismo.
La falsa personalidad,
es muy poderosa, y trata de mantenerse por todos los medios, de los cuales uno
es la auto-justificación.
Entonces la acción de la
auto-justificación impide que el "yo" observante se interne más
profundamente.
Impide que uno pueda ver
más profundamente en si mismo.
Mantiene al "yo"
observante en la superficie como una especie de juguete con el cual se juega
ocasionalmente.
Es preciso comprender
que todo en nosotros lucha contra la verdadera observación de si.
A no ser que el "yo"
observante reúna a su alrededor a otros "yoes" que desean trabajar,
que quieren entender el significado del trabajo, carece de fuerza.
Por esta razón, si la
significación del trabajo se enfría cada vez más en uno mismo, el "yo"
observante permanece en la superficie.
Sigue siendo ineficaz.
Así se aclaran las
relaciones que hay entre el poder del "yo" observante y la valoración
del trabajo.
Es inútil intentar
observarse a si mismo si no se lo hace desde el lado del trabajo.
El "yo"
observante, debe estar rodeado por el sentimiento del trabajo para que pueda
penetrar a través de la costra exterior de la personalidad.
Si deseamos observarnos
a nosotros mismos de acuerdo con lo que el trabajo nos enseña, ésta es la única
manera de lograrlo.
Como se dijo, el efecto
de este internarse del "yo" observante finca en hacernos percibir
gradualmente cosas de las que no sabíamos nada, porque estábamos, enfrente de
esas cosas de modo que obraban como si estuvieran detrás de nosotros.
Si el "yo"
observante se hace más profundo, esas cosas de las cuales éramos inconscientes,
porque estaban detrás de nosotros, se sitúan enfrente de nosotros de modo que
podemos discernirlas más claramente.
Sólo se puede ver una
cosa si está enfrente de nosotros: no se la puede ver si está detrás de
nosotros.
¿De qué otra manera cabe
la posibilidad de llegar a ser más consciente de si mismo excepto por un
movimiento hacia el interior de uno mismo?
Para llegar a ser más
consciente de uno mismo es necesario que la conciencia del "yo"
observante se acreciente.
El "yo"
observante es una parte de la conciencia en nosotros que no se vuelca hacia el
exterior por la vía de los sentidos, sino que se vuelca al interior, hacia el
ser.
Si se prefiere se lo
puede llamar un órgano de los sentidos, a condición que se diga que es un
órgano de los sentidos internos.
El punto de conciencia
existe en toda persona pero por regla general permanece sin desarrollar.
Permanece sin
desarrollar porque no está sustentado por el necesario conocimiento, las ideas
necesarias, las emociones necesarias.
La vida no lo
incrementa.
El trabajo puede
incrementarlo y está destinado a hacerlo.
Por esta razón, el
"yo" observante puede ser sustentado por el trabajo, por los
"yoes" que sienten el trabajo y lo anhelan.
Observarse simplemente a
si mismo sin tener ningún sentimiento profundo por el trabajo sólo nos lleva a
muy corta distancia.
Por otra parte, sentir o
creer que se siente profundamente el trabajo y no observarse a si mismo a
través de él tampoco dará resultado ninguno.
Por cierto una gran fe
en el trabajo ayuda.
Pero la observación de
si es el método inicial de este trabajo y por eso fue muchas veces pensada e
intentada.
A veces exige mucho
tiempo empezar a observarse a si mismo según lo que enseña el trabajo.
Es decir, establecer las
conexiones entre la observación de si y el trabajo suele tomar mucho tiempo.
Pero si hay algo de real,
ésta conexión se hará inevitablemente al cabo de un tiempo y entonces la
observación de si ya no es más una cosa teórica que se intenta hacer, sino que
se convierte en un constante acompañamiento en la propia vida.
Se convierte en algo que
no interrumpe sino acompaña.
Y cuando cesa ese
acompañamiento, se conoce al instante que uno esta dormido.
Recuerden que se dijo
que la observación de si debe ser imparcial.
No se observa uno a si
mismo para criticarse.
Si se lo hace detiene al
punto la observación de si y conduce a la consideración interior.
Cuando la observación de
si empieza a acompañarlo, advertirá que no es crítica: es simplemente un ligero
grado de conciencia.
No es una conciencia
crítica, una conciencia que juzga, sino percepción.
A través de esa
percepción se ve simplemente más.
Reconoce algo que había
dicho antes, o ve que está haciendo algo que había hecho antes, o que se está
comportando de esta manera o de aquella, o tiene unos pensamientos que había
tenido antes o sentimientos que había tenido antes.
Esta percepción no lo
acusa; no dice nada sino que se contenta meramente con mostrarle lo que está
sucediendo en si mismo.
No cabe duda que suele
sentirse molesto, pero ésta molestia no proviene del "yo" observante.
Los "yoes" del
trabajo que están detrás del "yo" observante quizá lo hagan sentir
molesto.
Se podrían decir aquí
muchas otras cosas, pero el punto principal estriba en comprender que la observación
de si no debe ser más crítica que la luz con la cual se ilumina una habitación
oscura.
El objeto de la
observación de si, tal como se dice en el trabajo, es dejar penetrar un rayo de
luz en uno mismo.
Luego se dice que cuando
se deja penetrar la luz de este modo muchas cosas comienzan a cambiar por si
mismas.
Es la luz de la
conciencia la que empieza a cambiar las cosas.
Por esta razón se dice
en el trabajo que la luz nos sana.
¿Han pensado alguna vez
en el significado de esta extraordinaria frase: "¿la luz nos sana?"
Cuando la oí por primera
vez dicha por Gurdjeff me produjo un efecto emocional tan intenso que por un
rato fui incapaz de decir una palabra.
Sabía que significaba
algo que nunca había comprendido y sin embargo parecía comprender en ese
momento.
Todos creemos que somos
capaces de sanarnos.
Creo que tal vez
comprendí que no podíamos sanarnos nosotros mismos pero que había algo que
podía sanarnos si pudiéramos llegar a ello gradualmente.
Mucho después comprendí
que la luz no podría estar en mi a no ser que mantuviera a toda costa el
trabajo vivo en mi mismo, todas las ideas, todos los pensamientos, todos los
recuerdos, y que ésta era mi tarea, porque realizándola sería capaz de
acrecentar la luz, y así, en lugar de pensar por mi mismo pensaría por el trabajo,
y a su debido tiempo todo lo demás sería dado por añadidura.
Entonces comprendí mejor
lo que significaba no trabajar para lograr resultados.
Así nuestra tarea finca
en aumentar siempre la luz del trabajo en nosotros mismos y en conservarla viva
entre nosotros.
Maurice Nicoll
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