viernes, 23 de enero de 2015

LA OBSERVACION DEL CENTRO INTELECTUAL

LA OBSERVACIÓN DEL CENTRO INTELECTUAL
Por: Maurice Nicoll

Es preciso pensar de una manera nueva. El Hombre mecánico piensa principalmente desde las actitudes. Para cambiar, es menester que las actitudes cambien.

COMENTARIO

Hemos hablado la última vez de las actitudes y que, a no ser que las actitudes cambien, el hombre no puede cambiar.

Tengamos presente que el trabajo trata del cambio de sí.

Hacer este trabajo sin buscar la transformación de si es lo mismo que intentar levantar un elefante.

O, para decirlo con más exactitud, es lo mismo que estar de pie sobre un tablón y tratar de levantarlo.

Hemos dicho asimismo que las actitudes tienen su origen en el centro mental — en la mente.

Por lo tanto, para cambiar, como lo enseñara Cristo y como lo enseña este trabajo, es necesario cambiar la mente, para asi pensar de una manera nueva.

Ahora bien, una persona que tiene muchas actitudes fijas, adquiridas de su educación, establecidas en la mente, no puede pensar de una manera nueva.

Dicha persona sigue pensando de la manera vieja.

Pensará desde sus actitudes fijas e inculcadas.

Daremos como ejemplo una persona cuya actitud le hace creer que Dickens es el único novelista de valer.

Ofrézcale Dumas, y no cabe la menor duda que lo rechazará, ofrézcale un novelista más moderno y perderá los estribos.

Se ve en tal caso como una actitud limita la mente.

Ahora bien, tenemos actitudes acerca de la vida, de la sociedad, de la religión, de la gente, de la política, del sexo, del arte, etc., que nos impiden experimentar cualquier cosa nueva.

Es necesario liberar la mente de esas actitudes adquiridas, porque impiden a una persona pensar por si misma.

Y a no ser que una persona piense por si misma acerca del trabajo nunca podrá comprenderlo, y a su vez el trabajo será incapaz de ayudarla, porque el trabajo solo puede ayudar y dar fuerza mediante su comprensión.

Por esa razón se dice en el trabajo que la comprensión es la fuerza más potente que se puede crear.

Una persona con actitudes fuertes, mecánicas pertenece a los que en la enseñanza esotérica llamamos "ciegos".

Agregaremos aquí otra cosa: cuando se piensa o se habla desde una actitud fija se tiene la certeza de tener razón.

Les aconsejo reflexionar sobre este punto y observarse cuando están seguros de tener razon.

Las actitudes no se pueden observar directamente, pero cabe observar sus resultados.

Uno de estos resultados es la certeza de tener razón.

Si una persona es capaz de examinar en qué se funda su sentimiento de tener razón, no hallará cosa alguna sino una ligera armazón, una oración o dos que ha leído alguna vez, una frase o dos que oyó en los primeros años de su vida, en la edad en que era impresionable.

Vuelvo a repetir que el hombre, la mujer cuya mente está plagada de actitudes se asemejan al terrateniente que posee centenares de hectáreas cercadas por tapias en todas direcciones, pero que al no estar cultivadas son por lo tanto estériles.

En este trabajo la mente debe despertar primero a las ideas que se le enseñan y asi empezar a pensar de una manera nueva y luego, muchos años después, el centro emocional comienza a moverse y despertar y procura un nuevo sentimiento de si —una experiencia de las más gloriosas.

No puede despertar el centro emocional —que es el objeto de este trabajo— a no ser que la mente despierte.

Pero si la mente está cercada por actitudes estériles y se niega a modificarlas —o más bien, nunca se percató que las tenia y así no sospecha su existencia— entonces traerá al trabajo toda la violencia latente que respalda dichas actitudes, que aparece de súbito cuando se la provoca y pertenece a ese intratable factor del cual hemos hablado recientemente.

El señor Ouspensky dijo una vez que la ignorancia es una entre las muchas cosas que defendemos inútilmente y nos hacen perder fuerza.

Dijo, sucintamente: "Lo que no conocemos es inconmensurable en comparación con lo que creemos conocer.

Las actitudes, que se forman primero en la mente, nos inducen a pensar que conocemos.

Hablamos continuamente desde nuestras actitudes como si fueramos en realidad capaces de conocer, a pesar de ser ignorantes.

No cuesta nada descubrir cuando los otros están hablando desde sus actitudes.

Todos los presentes bostezan o dormitan.

Un hombre que habla únicamente desde sus actitudes es una de las cosas más aburridas.

Pero somos incapaces de verlas en nosotros".

Le pregunte: "Si estoy hablando y empiezo a bostezar, ¿no indica que estoy hablando desde las actitudes?"

Pero él bostezo y yo también bostece y los dos nos echamos a reír.

Luego recordé qué me había preguntado: "¿No ha observado alguna vez que se puede bostezar ante los propios pensamientos?

Conviene observar qué corrientes de pensamientos mecánicos provocan este hecho.

Es una señal de su inutilidad y de la necesidad de evitarlos".

Ahora bien, es sabido que la observación de si se inicia en la observación de los centros.

Debemos alcanzar la etapa en que se puede, mediante la observacion de si, distinguir el obrar del centro intelectual o del centro mental o del centro emocional o del centro motor o del centro instintivo.

Un pensamiento difiere de un sentimiento.

Un sentimiento difiere de una sensación.

Una sensación difiere de un movimiento.

Pensamiento, sentimiento, sensación y movimiento son diferentes.

Ahora bien, si usted observa sus pensamientos durante un período descubrirá que se repiten día tras día.

Asi lográ una vislumbre de la mecanicidad en su centro intelectual.

Ahora bien, la gente suele creer que puede modificar sus pensamientos al punto.

Todos se creen capaces de recibir y aceptar nuevas ideas al instante.

Más, sería una de las cosas más raras en el mundo que esto sucediera.

La mente no tarda en quedar ahogada por las actitudes fijas y los hábitos de pensar que ocupan el lugar del verdadero pensar, y esto se repite y se vuelve a repetir a todo lo largo de la vida.

Cuando se oye una nueva idea en realidad no se le presta atencion, porque antes que la persona que habla haya llegado al final de lo que está diciendo, ya hemos reunido todos los argumentos para rebatirla. Basta observarse a si mismo.

Empero, se tiene la seguridad de poseer una mente abierta.

¿Quien se atrevería a pregonar desde los tejados que tiene una mente cerrada?

En estas tinieblas, en esta ignorancia de nosotros mismos, vivimos, nos atribuimos lo que no poseemos.

Ahora bien, todas las discusiones surgen de las actitudes.

Discutir es no comprender: comprender es no discutir.

No hay persona que pueda modificarse mediante la discusión.

Debemos empeñarnos en llevar las actitudes a la conciencia y en no discutir.

Llevar una actitud a la conciencia es despojarla del poder que ejerce sobre nosotros.

Todo lo que es iluminado por la luz de la conciencia es despojado de su poder.

Si se insiste en decir que se carece de actitudes equivale a mantenerse en el lugar donde se está en la escala de ser.

¿Me dirá usted que carece de prejuicios, de opiniones típicas, de preferencias, de lugares endurecidos, de rigideces en su mente?

De seguro, no habla seriamente.

Pero si un mago fuera capaz de enumerarle todas sus actitudes fijas y los prejuicios, opiniones, etc., que resultan de ellas, que lo caracterizan, ¿aceptaría lo que éste dice?

Se sentiría insultado.

Al aceptar la enseñanza del trabajo y sus ideas no nos damos cuenta que hemos de enfrentarnos inevitablemente con nuestras actitudes inconscientes y mecánicas.

Toda persona que está al nivel del buen amo de casa posee el poder de pensar prescindiendo de las actitudes.

Pero una actitud fija lo puede inducir a no creer lo que su pensar acepta.

Su actitud le dice "No" automáticamente, mientras que su pensar dice "Si".

Esto es, las actitudes se alimentan de la creencia.

Es por esto por lo cual, en algunos casos, una persona no persevera en lo que vislumbró, y vuelve a ser lo que era antes.

Las actitudes devoran la fuerza que el trabajo concedió a la mente.

Por eso es tan importante empeñarse en descubrir las actitudes en uno mismo.

El nuevo pensar es devorado por el viejo pensar.

Pensar.

El sentimiento momentáneo de libertad mental es reemplazado por la vieja mente que se basa en las actitudes.

Intente ahora discernir una actitud en usted mismo.

Quiero decir, que lo intente verdaderamente.

Dese cuenta que no ha logrado una mente abierta.

Deseo —como siempre— que me dé ejemplos que se basen en la observación de su propia persona.

No quiero que se me hagan preguntas de este tenor: "¿Es un 'Yo' lo mismo que una actitud?"

¿Sabe usted mismo que tiene actitudes fijas y que ignora practicamente todo sobre ellas?

¿Ha notado el momento en que habla desde las actitudes?

¿Esta conversación le ha hecho comprender por qué la mente no puede cambiar mientras esté llena de actitudes?

¿Comprende por qué no puede experimentar un "cambio de mente" o lo que Cristo denominó μετάνοια (metanoia), mientras su mente esté fijada y amurallada por actitudes, mientras esté compartimentada, en la cual nada puede crecer?

Y permítame que le diga francamente —¿no comprende que toda su vida puede ser estropeada por esas actitudes que están por debajo de la superficie de su mente y que usted no conoce?

Recuerde: un hombre no puede modificarse a menos de modificar sus actitudes.

Por tanto intente descubrir lo que resulta de las actitudes.

Examínese cuando se siente conmovido, por ejemplo.

Examínese cuando se siente intolerante, desdeñoso, etc.

Examínese cuando no da importancia a las cosas.

Examínese cuando juzga, examinese cuando está hablando desde las actitudes.

Examine el tono de su voz y su expresión y examine como los otros se dejan dominar por el aburrimiento.

Supongo que una persona puede pasarse todo el día hablando desde las actitudes sin decir nada interesante.

No puede decir nada interesante porque no emplea su mente.

Su mente está al servicio de las actitudes.

Por eso su mente no puede despertar.

Si ocurre así, todo su desarrollo interior queda detenido.

Vive y muere como una máquina.

Maurice Nicoll




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