VER CONTRADICCIONES EN
NOSOTROS MISMOS
Por: Maurice Nicoll
He escrito recientemente
sobre los lados que en nosotros son oscuros, inconscientes o no reconocidos, lo
cual da como resultado que vivimos siempre en las pequeñas partes de nosotros
mismos, que no recordamos el resto de nosotros mismos en diferentes momentos,
que hablamos de la necesidad de acrecentar la conciencia para que pueda abarcar
todo el círculo de la vida humana.
Por esta razón se dijo
una vez en los comienzos de la enseñanza que es preciso conocer todos los
"Yoes" en nosotros y se agregó que estábamos completamente
equivocados y no podíamos crecer más debido a que éramos conscientes de un solo
"Yo" al que tomábamos como nuestra conciencia, como nosotros mismos.
Por lo tanto no vemos contradicciones
en nosotros mismos y vivimos, por así decirlo, siempre en un pequeñísimo lugar.
A medida que aumenta la
memoria de trabajo, a través de la observación de si, empezamos a desconfiar
del "Yo" particular en el que nos toca estar en un momento dado.
Cuando digo que no
confiamos en el, quiero decir que no creemos completamente en lo que está
diciendo, en lo que está pensando, en lo que está sintiendo en ese momento
mismo.
Si no lo comprendemos,
un "Yo" cualquiera que en ese momento ocupa el lugar principal en
nosotros, un "Yo" cualquiera al que tomamos como nosotros mismos en
ese momento, y que dice y hace y promete cosas por un breve instante, un
momento después, ya no sabremos nada de él.
En otras palabras, es
preciso ser mucho más conscientes de esta rotación de los "Yoes" en
nosotros para que podamos recordar lo que dijo un "Yo" y también otro
"Yo".
De otro modo no tenemos
un ser definido, lo que significa que nuestro ser cambia constantemente, al ser
controlado por el "Yo" temporario del momento.
Ahora bien, ¿cuál es la
cosa en nosotros que está más alto que los "Yoes" ordinarios y por
qué se repite tanto en el trabajo que debemos observar nuestros diferentes
"Yoes"?
La respuesta es que
tenemos en nosotros un "yo" observante y si tan sólo pudiéramos
usarlo, como éste tiene una memoria propia por estar fuera de la maquinaria de
los "Yoes" giratorios y los observa con desapego, forja su propia
memoria de los diferentes "Yoes" que ha observado y ésta memoria es
llamada la memoria de trabajo.
Es preciso comprender
que cada "Yo" que aparece mecánicamente y se hace cargo de nosotros
por un momento tiene su propia memoria, pero el "yo" observante tiene
una calidad de memoria muy diferente.
Ahora bien, deseo
hablarles sobre la estrechez de miras.
Solemos recordar
vagamente que hemos actuado de cierta manera y en realidad hemos actuado de una
manera muy diferente.
Nos sentimos muchas
veces incómodos, y no me gusta el hombre o la mujer que no se siente un tanto
incomodo en cuanto a si mismo.
Solo cuando se siente
una vaga incomodidad en cuanto a las propias contradicciones, y las cosas que
sentimos son incompatibles para con otras cosas en uno mismo, se da uno cuenta
que ya es capaz de observar, que se tiene cierta clase de vaga conciencia de lo
que es la propia vida, pero que se está identificado con ella y que en
consecuencia uno se juzga a sí mismo de acuerdo con la educación que se ha
recibido.
Ahora bien, lo
interesante acerca del "yo" observante, establecido por la influencia
del trabajo y su aceptación y valoración, es que es algo que puede observar
imparcialmente, esto es, sin identificarse.
Observa impersonalmente,
observa su personalidad impersonalmente, y recuerda lo que ha observado
imparcialmente, impersonalmente.
La personalidad está
compuesta de diferentes "yoes" y está, por ende, girando como una
rueda de modo que en un momento un "yo" predomina y está a cargo de
todo y en otro momento otro "yo", a su vez predomina y está a cargo
de todo.
Ya tenemos un brumoso
recuerdo de ello pero siempre somos parciales respecto a esta confusa
observación de nosotros mismos.
Pero el establecimiento
del "yo" observante en el sentido del trabajo es el establecimiento
en una persona de un nivel de conciencia que está por encima de esos diferentes
y siempre cambiantes "yos".
El "yo"
observante en el sentido del trabajo es imparcial para con todas las cosas.
Registra meramente lo
que está haciendo, lo que está diciendo en diferentes momentos, por medio de la
acción de los diferentes "Yoes", y no dice que una cosa es mejor u
otra es peor.
Al "yo"
observante nada le sorprende, no es una especie de abuela o de abuelo en usted,
pero es muy puro y sencillo, y el Sr. Ouspensky solía compararlo a menudo con
una cámara fotográfica que fotografía simplemente su estado psicológico en cada
momento.
Dijo que el "yo"
observante debe permanecer fuera de la personalidad, permanecer apartado de esa
jaula de "yoes", ese jardín zoológico de "yoes" que se
hacen constantemente cargo de su persona en una especie de rotación y que se
llaman a si misinos "yo", es decir, usted.
Establecer ese "yo"
observante, acostumbraba a señalar, es algo muy difícil porque la clase de
observación que empleamos comúnmente en las relaciones sociales se funda
realmente en un "yo" que observa ligeramente a otro "yo" y
que lo critica y lo encuentra culpable.
El "yo"
observante en el sentido de trabajo se mantiene apartado de todos esos "yoes"
que se hacen cargo de nosotros en todo momento.
Está ubicado por lo
tanto en un nivel por encima de la personalidad y, como es sabido, este "yo"
observante sobre el cual hace tanto hincapié el trabajo, y del cual dice
constantemente que debe ser imparcial y carecer de virtudes morales adquiridas,
es lo más importante que se debe establecer en nosotros mismos si queremos
cambiar.
Este "yo"
observante al que se refiere el trabajo está bajo la influencia del trabajo
mismo, es decir, se pone más tarde bajo la influencia del trabajo.
Pero nuestra primera
tarea finca en establecer una observación impersonal e imparcial de nosotros
mismos.
¿Qué significa
imparcial?
Significa que si se
observa algo en uno mismo no se lo critica hallándolo bueno o malo.
Ve simplemente que
usted, es decir, la máquina de usted, los "yoes" adquiridos en usted,
están haciendo esto o aquello en este particular momento.
Están hablando de esta
manera, están hablando de esta otra manera; están sintiendo esto, están
sintiendo aquello.
No hay un solo "yo"
en su personalidad que pueda incluir a toda su persona en su conciencia.
Pero el verdadero "yo"
observante incluirá eventualmente toda su vida.
Llegará a ser consciente
de todos los lados de usted mismo.
Tendrá su propia
memoria, de los diferentes aspectos de usted.
En su vida ciertas cosas
son incompatibles con otras cosas y así se siente en conflicto y desdichado.
En una persona que tiene
una visión muy estrecha, muchas cosas llegan a ser incompatibles a raíz de esa
estrecha visión.
Un hombre cree que las
cosas son malas debido a esa visión estrecha.
Ahora bien, supongamos
que un hombre llegue a ser más tolerante, entonces muchas cosas que antes eran
incompatibles ocupan el lugar que les corresponde y ya no son más
incompatibles.
Más para el "yo"
observante nada es incompatible porque nada es criticado, de modo que diremos
que el "yo" observante es muy tolerante.
Como es sabido, muchas
gentes están seguras de poseer cosas que no poseen en absoluto.
Me imagino que todos
ustedes se creen muy tolerantes y siempre me disgusta oír decir que voy a conocer
una persona que es muy tolerante.
Les recuerdo que ésta no
es la clase de descripción que hay que dar de una persona que desea ingresar en
este trabajo.
Su así llamada persona
tolerante, usted mismo, es una persona de miras extremadamente estrechas.
¿Qué significa
tolerante?
No es una expresión de
trabajo.
¿Cree usted que el
"yo" observante, una vez establecido, que observa y registra cada
lado de si mismo, es tolerante?
Si, desde luego lo es.
A no ser que se ponga en
relación con el verdadero "yo" observante, que es tan imparcial, que
no podrá moverse de donde está porque será arrastrado por la rueda giratoria de
los diferentes y contradictorios "yoes" que intentan vanamente y con
una especie de confusa conciencia reconciliar los unos con los otros.
Ha de aceptar su vida
entera, todo el lado que en éste momento es oscuro para usted, todo el lado del
cual no tiene conciencia, en este instante, las miras muy estrechas —que por
supuesto todos negamos tener— de resultas de su pequeño ser, su pequeño y
tedioso ser, que siempre querella, pone objeciones y halla defectos en todo
momento.
Ahora bien, la única
cura para este orden de cosas es ampliar el ser, y esto significa llegar a ser
más consciente de todo el ser, de todos aquellos "yoes" que están en
usted, y ser capaz de soportar las contradicciones de todos ellos.
Todo ello es sólo
posible por la creación del imparcial y sincero "yo" observante.
A través de su memoria,
a través de un correcto vínculo con el, verá como toda la imagen de si mismo
empieza a cambiar, toda la idea de si mismo; porque ha de recordar que cuando
muere toda su vida se le aparece con todas sus contradicciones, porque es usted
mismo.
Se suele decir que la
gente ve toda su vida en el momento en que se está ahogando, y esto no es una
tontería.
Pero lo que tenemos que
hacer es intentar ver todo lo que hay en torno de nosotros mismos en esta vida
antes de morir.
Entonces en verdad ya no
tendremos más la misma opinión de nosotros mismos, los mismos prejuicios, los
mismos topes.
Pero esta es la tarea
del "yo" observante.
Esto es lo que el "yo"
observante debe realizar, poco a poco, en nosotros mismos.
Cuando no se tiene
"yo" observante, cuando se carece del poder de separarse de lo que la
vida ha hecho de uno, cuando uno se da por supuesto, entonces es preciso
recordar que el saldo que está a nuestro favor en el Banco es muy pequeño y es
muy fácil de agotar.
Ahora bien, ¿qué
significa en resumidas cuentas tener un saldo muy pequeño en el Banco?
Desde luego, no tiene
nada que ver con el dinero o con un Banco literal.
Se refiere a nuestra
capacidad de soportar las cosas sin llegar a identificarnos.
Supongamos que tiene una
excelente opinión de si mismo, entonces su saldo en el Banco no tarda en
agotarse.
Trataré de explicarlo a
algunas personas que no pueden comprender las ideas psicológicas, el
significado psicológico de alguna cosa.
Si tiene una muy buena
opinión de si mismo se ofenderá fácilmente, se irritara fácilmente, se sentirá
fácilmente trastornado, por lo tanto el saldo a su favor en el Banco no tardará
en desaparecer.
Esto es, no tardará en
sentirse negativo, en sentirse ofendido.
Ahora bien, no hay que
depositar un tesoro en cualquier Banco mecánico.
Nos dijeron de depositar
nuestro tesoro en los Cielos, esto es, en un nivel superior.
Si está
insoportablemente lleno de su propia excelencia y méritos, ¿acaso deposita sus
tesoros en los Cielos?
No, es usted simplemente
una persona a quien será muy fácil ofender, insultar, que no tardará en verse
sin fondos en su Banco.
Es preciso reconocer y
aceptar todos los lados de nosotros mismos, porque sólo a través del
reconocimiento, de la aceptación, de la conciencia de todos los lados de
nosotros mismos es posible el progreso.
Esto es exactamente lo
que amplía nuestro ser.
Bajo la influencia de la
memoria del "yo" observante, bajo la influencia de esta imparcial
observación de si, nos sentimos liberados de toda clase de ideas fantasiosas de
nosotros mismos.
Empezamos a vernos
liberados de toda clase de virtudes y méritos que no poseemos en absoluto.
Entonces nos convertimos
de verdad en niñitos.
Comprendemos en verdad
lo que significan las palabras iniciales del Sermón de la Montaña.
Dejamos en verdad de
sentirnos grandes, de inflarnos, con algún pequeño orgullo o vanidad.
Logramos un sentido
enteramente nuevo de nosotros mismos, un sentimiento enteramente nuevo,
pensamientos enteramente nuevos.
Dejamos de ser la
persona que habíamos imaginado ser en toda nuestra vida.
Para lograrlo es preciso
tener una nueva clase de conocimiento de si.
Todos sus fundamentos se
vuelven diferentes.
A través de la
influencia del "yo" observante será rescatado de muchos peligros.
¿Cuál es el mayor
peligro a medida que envejecemos?
El mayor peligro es
cristalizar en la idea que tenemos de nosotros mismos.
Al cabo de un tiempo las
cosas llegan a fijarse en nosotros, empezamos a creer en nuestra imaginación de
nosotros mismos, en la clase de personas que somos.
Qué criaturas más buenas
y generosas somos.
Pero el imparcial "yo"
observante, si es sustentado apropiadamente con el constante sentimiento y
valoración del trabajo, impide esa temprana cristalización en la personalidad
que es completamente falsa.
Si prestamos valor al
trabajo, entonces podremos valorar lo que el "yo" observante advierte
en nosotros, y luego no será tan grande el peligro de cristalizar en lo que
imaginamos ser, en alguna opinión definida de nosotros mismos, en nuestra
propia excelencia, en nuestro extraordinario mérito, en nuestros inexplicables
valores.
Todos nosotros somos
criaturas tan minúsculas y desagradables que es preciso una prolongada
observación de si para ver que somos realmente ridículos en "nuestra
vanidad, en nuestro orgullo.
Me imagino que algunas
personas creen poseer un maravilloso don que pueden otorgar a los otros.
Pero ¿qué es ese
maravilloso don que las gentes quieren otorgar a los otros?
¿Se han preguntado
alguna vez qué tienen de valor en ustedes mismos para que pudiera ser aceptado
por otra persona?
Creo que después de
pasar un tiempo en el trabajo la gente se vuelve más sencilla a este respecto.
¿Y por qué es así?
Porque empiezan a
observarse realmente a sí mismas en lugar de imaginar que son lo que creen ser.
Ven que el abismo que
existe entre lo que imaginan haber sido y lo que son es muy hondo.
Cuando esto sucede por
medio de la constante e imparcial influencia del "yo" observante,
toda la relación que se tiene consigo mismo empieza a cambiar.
Todo aquello sobre lo
cual fundaba antes sus valores, todas sus diferentes formas de sentirse
superior a los otros, todo ello se disuelve.
Ya no se sustenta más
sobre la falsa personalidad que es su enemiga más poderosa y está compuesta
enteramente de imaginación.
Desde luego, esto no
puede hacerse artificialmente por una humildad fingida que, según mi parecer,
es aun peor.
Se puede andar por la
vida con los ojos bajos mientras que interiormente se esta lleno de silbantes
serpientes.
No, no me refiero a la
falsa humildad.
A lo que me refiero es a
aquello a que se refiere el trabajo, a saber, que si el "yo"
observante es creado en usted y usted se observa realmente a si mismo, cómo
habla y cómo siente y cómo piensa y lo contradictorio que todo ello es, tendrá
una bella experiencia porque ya no tendrá que mantener más la persona inventada
de quien es esclavo.
Ahora bien, esto sólo
puede suceder en el trabajo porque el trabajo debe sustentarlo en cierto
momento y otorgarle fuerza.
El trabajo no le permite
a nadie observarse más a si mismo de lo que puede soportar.
Tengan la seguridad de
que en la atmósfera del trabajo nadie sufrirá equivocadamente.
Muchos son aquellos que
aún no se han observado a si mismos y ello se debe a que no pueden hacerlo, no
pueden ir más allá de su idea de si mismos, o más bien no pueden librarse de la
imaginación de si mismos.
Sienten instantáneamente
que no son buenos para nada, que no tienen importancia, se ahogan.
Y sin embargo es preciso
que les recuerde otra vez que nos dijeron cuando fuimos al Instituto de
Francia: "La personalidad no tiene derecho a existir aquí", y también
les recordaré al final de este comentario que a no ser que un hombre se de
cuenta de su propia nadidad no puede ir a ninguna parte.
Si un hombre o una mujer
empieza a ver a través de su yo, a través de todas sus mentiras, y de sus
invenciones de si mismo y si lo hace en la atmosfera del trabajo, sintiendo que
el trabajo lo conducirá a un nuevo nivel de ser, está salvo y experimentará
poco a poco una definida y real transformación de si mismo, pero si intenta
hacerlo sin estar respaldado por la influencia del trabajo no irá a ningún lado
y toda su observación será inútil y lo llevará simplemente a las querellas, a
los argumentos y a las emociones negativas.
Intentamos todos
estudiar algo que es muy grande, y debemos comprender que somos muy pequeños.
Maurice Nicoll
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