LA RAZÓN POR LA QUE
DEBEMOS OBSERVARNOS A NOSOTROS MISMOS
Por: Maurice Nicoll
Empecemos ocupándonos de
esa idea que nos es enseñada en el trabajo y según la cual los centros
superiores siempre nos están hablando y diciendo lo que debemos hacer, pero no
podemos oírlos.
Tengamos la seguridad de
que, puesto que el objeto del trabajo finca en conectarnos con los centros
superiores y sus mensajes, una de las primeras cosas que nos es enseñada —a
saber, observarnos a nosotros mismos— ha de estar relacionada con ponernos en
contacto finalmente con esos centros superiores que en nosotros están
completamente formados pero que no podemos oír.
Quiero decir, que debe
haber una razón para la observación de si.
Si tratamos de
observarnos a nosotros mismos porque nos han ordenado hacerlo, no nos
observaremos a nosotros mismos de un modo correcto.
No comprenderemos por
qué debemos hacerlo, o qué profundo significado se oculta en esta practica.
Seremos llevados a
decir: "¿Por qué he de observarme a mi mismo? ¿Con qué objeto? ¿Para qué
razón?"
si nuestra aprehensión
de las ideas del trabajo no es bastante amplia y desconocemos cuál es la meta
del trabajo, si todas las escalas ascendentes que se ven en el rayo y en la
octava lateral, todas las enseñanzas sobre los niveles superiores e inferiores,
sobre el mayor y el menor número de leyes; si todo lo que se dijo sobre la
personalidad y la esencia no significa nada conceptualmente para nosotros y
está simplemente diseminado en nuestra memoria, careciendo de vida coordinada y
emocional, entonces claro está que la observación de si será una pesada tarea
que nos fue impuesta.
Pero de seguro es
preciso tener una idea mucho más sutil e interior del trabajo.
Consideremos la
observación de si a la luz del por qué nos ordenaron practicarla.
Nos dijeron de
practicarla porque puede llevarnos a una mayor percepción de las influencias de
los centros superiores.
No podemos oír esas
influencias porque una especie de sustancia espesa se interpone entre ellas y
nosotros.
¿Qué es esa espesa
sustancia?
Es toda aquella parte de
nosotros que es inconsciente para nosotros, de la cual no nos damos cuenta,
cuya existencia no percibimos.
Como es sabido, se ha
dicho a menudo que el acto de observación de si deja penetrar un rayo de luz en
nuestras tinieblas interiores.
Esas tinieblas son lo
que acaba de llamar la espesa sustancia que no permite transmitir las
influencias de los centros superiores.
Un hombre, una mujer
deben llegar eventualmente a un acuerdo con este tenebroso lado de si mismos, y
esto es sólo posible a través de una larga e inteligente observación de si
llevada a cabo por una razón definida y no meramente como una tarea mecánica.
Recuerden que toda
observación de si debe ser un esfuerzo consciente.
Estarán de acuerdo
conmigo en que todos tenemos en nosotros "yoes" de los cuales
ignoramos todo.
Vivimos en la falsa
personalidad, no en una personalidad real.
Estamos llenos de
imágenes de nosotros mismos, por ejemplo, y debido a la acción de los topes que
nos impiden ver las contradicciones estamos en “paz” con nosotros mismos.
Pero el objeto del
trabajo es provocar una lucha en nosotros, una lucha con el falso
contentamiento y complacencia.
¿Y cuál es el método que
se usa?
El método de la
observación de si, por el cual llegamos a ser gradualmente más conscientes de
lo que está en nosotros y perdemos esas amadas imágenes de nosotros mismos,
esas formas de la imaginación.
Recuerden al cochero que
está bebiendo en la taberna.
Esto significa que vive
en la imaginación, en imágenes, en ideas imaginarias sobre si mismo, en el
"yo" imaginario.
Primeramente, es preciso
que el cochero despierte.
Ahora bien, podemos
pensar en esta situación en los siguientes términos.
Cada cual tiene un lado
tenebroso del que no conoce nada, esto es, un lado que no es consciente para
nosotros pero que sin embargo actúa.
En estas tinieblas es
necesario qua penetre un rayo de luz por medio de la observación de si llevada
a cabo de acuerdo con lo que el trabajo nos enseña a observar, a buscar, a
percibir.
Ese lado tenebroso de
nosotros mismos debe conectarse gradualmente con nuestra idea de nosotros
mismos y, por así decirlo, es preciso preparar un modelo, una mezcla de estos
dos lados.
Y a menos que ese rayo
de luz se filtre en esas tinieblas no es posible hacerlo y, en consecuencia,
nunca podremos sentir las influencias de los centros superiores porque esas
influencias están amortiguadas y obliteradas por ese lado tenebroso, ese otro
lado de nosotros que por regla general sólo vemos en las otras personas y que
no atribuimos a nosotros mismos.
Por eso tendemos siempre
a reprochar los otros y a acusarlos, digamos, de malos pensamientos, o de
conducta sospechosa, o de calumnia, o de falta de bondad, o de mentira, o de
indiferencia, o de infidelidad, o de falta de confianza, o de mezquindad, y así
sucesivamente.
Es decir, tendemos a ver
en los otros el otro lado de nosotros mismos del cual no somos conscientes, y,
como comprenderán, esta es una de las principales causas de la desdicha humana
y de los constantes roces en los cuales casi todos vivimos los unos respecto de
los otros.
Para cambiar este orden
de cosas el trabajo comienza con la observación de si, dejando penetrar ese
rayo de luz o de conciencia en las tinieblas interiores.
Sobre este particular la
enseñanza del trabajo pone mucho énfasis y no puede ser mal interpretado.
Cuando estudiamos
nuestra tendencia a acusar a los otros, y la registramos y deliberadamente
tratamos de observar la misma cosa en nosotros mismos, damos el primero y más
importante paso en el trabajo personal, es decir, en el trabajo sobre si.
A menos de hacerlo, no
podremos ir a ninguna parte.
Si intentamos ir a algún
lugar sin haberlo hecho por mucho tiempo nos asemejaremos a una persona que
trata de ver por una ventana cuyos cristales están cubiertos con pintura negra.
Esa pintura negra tiene
curiosas propiedades porque de algún modo indescriptible es nosotros mismos.
Es una especie de
oscuridad viviente en nosotros mismos que sólo puede ser eliminada por la
creciente luz de la conciencia que pasa a través de la observación de si.
La creciente luz de la
conciencia resulta de una prolongada, tranquila, sincera observación de si, de
haberse observado por mucho tiempo y a solas, de haber observado las propias
acciones, la manera en que se habla, los propios pensamientos y la manera de
pensar, las propias emociones y la manera como uno siente.
Es claro, pues, que la
tarea inicial en el trabajo radica en llegar a ser más consciente de ese lado
tenebroso de nosotros y esto significa perder poco a poco todas las ideas
ordinarias sobre nosotros mismos.
Al principio lo sentimos
como una pérdida de personalidad, como una especia de debilitamiento de
nosotros mismos.
Pero si uno no se permite
ser negativo —y en esto se hace particular hincapié, ya que el peligro de los
estados negativos se menciona constantemente— se concibe que en los nuevos y
extraños sentimientos de uno mismo que nos visitan hay mucha más verdadera
fuerza y comprensión que en el seudo "Yo" que antes nos dominaba.
Hallaremos en verdad que
nos llegan nuevos pensamientos, sentimientos, percepciones interiores y el
significado de todos ellos, y la razón de ello es que empiezan a oírse
vestigios de influencia superiores de tal modo que donde antes sólo veíamos una
cosa, un camino, un significado, la elección entre los que creíamos justo o
injusto, vemos ahora una docena o más de significados y elecciones.
COMPRENSIÓN:
Donde antes creíamos que
había un sólo paso entre Do y Re y Mi, en una comprensión desnuda, rígida y
pomposa, vemos octavas interiores completas que se extienden entre esas notas.
Todo acrecentamiento de
comprensión estriba en ver diferencias cada vez más finas, en ver significados
cada vez más sutiles y bellos, todos entretejidos y llenos de una calidad
mágica propia, que comprendemos son por completo diferentes de los pensamientos
y sentimientos crudos y pesados de acuerdo con los cuales vivíamos antes.
Pero esas hermosas
visitas de comprensión no pueden penetrar en la conciencia y llegar a ser una
continua fuente interna de significados siempre viva e inagotable, a menos que
ese tenebroso lado de nosotros sea cada vez más consciente.
Como dije, el hacer
consciente el lado tenebroso de nosotros mismos, o lado en la oscuridad,
conduce inevitablemente a un cambio completo de nuestra idea y estimación de
nosotros mismos.
En verdad, parecería que
nos estamos perdiendo de vista, y donde acostumbrábamos a estar seguros,
convencidos y prontos para hacer y actuar, para hablar y criticar, sentimos
ahora mucha incertidumbre porque en cada situación vemos mucho más de lo que
veíamos antes.
No es una incertidumbre
negativa sino una incertidumbre positiva.
No es un sentimiento de
impotencia sino un sentimiento de fortaleza, porque vemos claramente que donde
antes estábamos tan seguros, éramos en realidad muy débiles y la certidumbre
que sentíamos era la certidumbre del necio, de la ignorancia, que es sólo
debilidad y que indudablemente nos lleva siempre a resultados equivocados y a
roces por completo inútiles, que teníamos la seguridad eran debidos a los otros
y no tenían nada que ver con nuestras reacciones completamente indignas de
confianza.
Qué confiados solíamos
ser —pero ahora vemos que mecánicos éramos en realidad—.
Cómo acostumbrábamos a
pensar que comprendíamos todo y podíamos hacer, y cómo nos damos cuenta de que
carecíamos simplemente de comprensión y, de hecho, todo nos sucedía
mecánicamente con arreglo a la naturaleza de nuestra máquina.
Cómo acostumbrábamos a
atribuir todo a nosotros mismos y a enorgullecernos de ello y cómo vemos ahora
que todo era hecho por esa máquina a la que presuponíamos que era nosotros
mismos.
Ahora bien, al ver ese
otro lado de nosotros mismos, ese tenebroso lado, en el cual el trabajo nos
dice que debemos penetrar para hacerlo cada vez más consciente por medio de la
observación de si, es preciso recordar que la doctrina de los "yoes"
es de primerísima importancia.
Hemos de ver ese lado
tenebroso pero no identificarnos con el.
Es menester que lo
hagamos consciente pero no hay que tomarlo como nosotros mismos.
Esta es una cuestión de
la mayor dificultad y es preciso que nos recordemos y que nos recuerden
constantemente este punto de tanta importancia.
Recuerden que todo lo
enseñado en el trabajo se ajusta y se complementa, y que no se puede hacer este
trabajo escogiendo una sola idea sin tomar las otras en conjunción.
Por ejemplo, no se puede
tomar la observación de si prescindiendo de la doctrina de los
"yoes", sin hacerse mucho daño a uno mismo.
La razón estriba en que
si usted a todo cuanto observa en si mismo le dice "yo" y así se
identifica con “ello”, el resultado será una completa confusión.
Se convertirá en lo que
observa y esto es fatal.
Tenemos que tomar a
nuestros "yoes" objetivamente.
Tenemos que ver
diferentes cosas en nosotros como vemos diferentes objetos en una habitación.
No tomamos la mesa, la
silla, el libro como nosotros mismos.
Nunca uno debe decir:
"Lo que observo es "yo", sino que debe conocer que ese
"Yo" al que observa está en usted.
Ahora bien, todo esto
pertenece a la no identificación.
La observación de si
llevada a cabo con la idea de no identificarse con lo que se observa es en la
práctica la nota dominante de este sistema, y es una cosa muy difícil de llevar
a cabo.
De hecho puede pasar
mucho tiempo antes de ver qué significa realmente el método enseñado en este
sistema.
Uno sabe que es preciso
que se divida en dos, un lado observante y un lado observado, es decir, que no
debe identificarse con lo que observa.
Esto equivale a decir
que no se puede cambiar si uno se identifica con todo lo que ocurre en uno, es
decir, con cada estado de ánimo, con cada pensamiento, con cada sensación, con
cada forma de imaginación.
Y significa además que
debemos tomarnos objetivamente.
Tenemos que tomar
nuestra psicología y todo cuanto está en ella en forma objetiva, al observarla
gradualmente y al llegar a ser gradualmente más conscientes de ella.
¿Qué significa tomar una
cosa objetivamente?
No tomo la mesa que
estoy mirando subjetivamente, esto es, como parte de mi mismo.
La tomo como un objeto
que no es yo y del cual soy distinto.
Esto es tomar una cosa
objetivamente.
Pero el trabajo enseña
que en nuestra vida interior debemos tomar las cosas objetivamente.
Advierto, por ejemplo,
un “yo” densamente malo, malicioso en mi mente.
Es inútil romper a
llorar y decir: "Qué malo y malicioso soy yo".
Esto sería tomar
subjetivamente el "Yo" que piensa así como yo mismo.
Sería identificarse con
“ello”, diciendo "Yo" a ello, y esto es completamente inútil y no
conduce a nada.
Por el contrario debo
examinar ese pensamiento e intentar ver qué "yo" o grupos de
"yoes" derivan de él y vigilar lo que se proponen hacer, lo que
desean que yo haga y diga.
Entonces observaré a
esos "Yoes" objetivamente.
Desde luego, si cedo a
ellos me convertiré en ellos y se precipitaran fuera de mi y harán todo el daño
que puedan hacer.
Si trato de detenerlos
por la fuerza, tomándolos como yo mismo, no tardaré en perder la batalla porque
una parte de mi fuerza pasará a ellos —es decir, una parte de mi sentimiento de
yo mismo.
Esto sucederá siempre si
no puede sentir que no son mi y que aparecen a ratos e intentan persuadirme que
son mi y quieren que les diga "yo" a ellos.
Si los toca le extraen
en seguida su fuerza —esto es, parte de su sensación de "yo" pasará a
ellos.
Entonces usted, por así
decirlo, ya no tiene más un círculo mágico que pueda trazar en torno de su
persona y estar en el internamente.
Es por eso por lo cual
es tan peligroso dormirse por demasiado tiempo —es decir, no trabajar o pensar
en absoluto en el trabajo o lo que uno hace en el—.
A veces las gentes se
permiten por un tiempo comparativamente largo no tener en cuenta el trabajo.
Salen, por así decirlo,
del círculo mágico que podrían haber trazado en su torno, y entonces toda clase
de "yoes" se ceban en ellas como otras tantas sanguijuelas.
Por eso es tan
importante tener un propósito en conexión con algunos "yoes" que,
como es sabido, sólo nos traen disgustos y sufrimientos inútiles.
Sobre algunas cosas es
preciso guardar silencio interior, nos dice el trabajo.
¿Qué, significa guardar
silencio interior?
Los "yoes"
desagradables suelen charlar dentro de uno y persuadirnos de discutir con
ellos.
Si se discute con ellos,
ya no se guarda el silencio interior.
Se puede hablar a los
"yoes" negativos si se pone mucho cuidado al hacerlo, es decir, si se
los ve muy objetivamente y si no se siente sorpresa alguna al comprobar que en
uno existan tales "yoes".
Creo que a medida que
conocemos el lado tenebroso a la creciente luz de la conciencia ya no nos
asombrará más hallar esos "yoes" cuya existencia debemos aceptar pero
con los cuales no debemos identificarnos.
En resumen: la
observación de si significa que debemos acrecentar la conciencia del si
tenebroso y mezclarlo gradualmente con nuestra previa idea imaginaria de
nosotros mismos.
Esto produce un cambio
completo del sentimiento de si mismo y empieza a disolver el "yo"
imaginario.
Al mismo tiempo,
mientras tiene lugar el proceso de esta aniquilación de nuestros “atributos”,
comenzamos a sentir las influencias que nos llegan de otra fuente de
significados.
Esas influencias no
podían llegarnos antes debido a las densas tinieblas que se interponían.
Cabe pensar en este lado
tenebroso como en "otra persona" en nosotros a la que tendemos a ver
en las otras gentes.
Cuando empieza a hacer
que esa otra persona, ese tenebroso si, sea más consciente para usted, ya no es
más proyectado a las otras gentes y todas sus relaciones con las otras gentes
empiezan a cambiar.
De hecho, ve a las otras
gentes por primera vez y se libera de ellas.
Sin embargo, es preciso
que comprendan que esto se aplica a cada uno de ustedes.
No tome como punto de
partida la idea de que su prójimo debería cambiar y liberarlo.
Es menester que sea
usted quien lo libere.
Maurice Nicoll
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